En la escuela de pilotos te suelen enseñar las mismas tonterías; velocidad es igual a aceleración por tiempo y demás. Pero cuando elevas una nave de dos mil toneladas no tienes tiempo a ponerte a hacer fórmulas mentalmente, te agarras a los mandos y rezas para que estos respondan. tras dar una vuelta por el sistema, conecto el brazo robótico de la dársena para que comience a desmontar los módulos de mi antigua nave minera. Un modelo antiguo de la Faulcon deLacy Phyton llamada “Arrowhead” que compre con los beneficios de las campañas bélicas de Zac Hudson. Años de materiales y escombros hacen que la tengan que limpiar en profundidad.
Recorro la nueva nave de arriba a abajo, no entraba en una nave de Lakon Spaceways desde que tuve mi querida Asp Explorer y antes aquel Transporte Type 6 que tanto vibraba al salir del hiperespacio. la robustez de la manufactura de Lakon se multiplica por diez en este modelo, recorro el pasillo central y los camarotes donde descansar mientras esté minando y observó las enormes zonas de carga donde pueden aterrizar naves de menor tamaño sin dificultad.
Mi propósito es blindar la nave para aguantar el ataque de varios enemigos antes de escapar, por lo tanto las principales modificaciones buscan tres cosas, primero mejorar el blindaje junto con algunos módulos importantes y aligerar módulos secundarios, segundo aumentar la capacidad del escudo y tercero mejorar los motores y el salto. Para ello tengo que dar un divertido paseo por la burbuja.
Moverse por el espacio con una nave tan grande y con una recompensa sobre mi cabeza me obliga a desplazarme rápida y seguramente con la Scalpel y solicitar que me envíen a la rebautizada “Damn Reward” a la estación más cercana a la base del ingeniero. Dejo Njikan sin saber cuando voy a volver.
