RESUMEN: “Tras solucionar los problemas con la Vulture, llegan noticias de ataques thargoides a estaciones de AEGIS en la Pléyades, preparo una nave de rescate y parto sin perder un momento.”
Ha sido un viaje horrible. Casi muero aplastado por la gravedad de una estrella de neutrones y cada poco tiempo algún caza recompensas de medio pelo trata de capturarme. Después de treinta saltos y una cafetera de café de Gonan. Llegó a “The Oracle”.
En los años que llevo navegando nunca había visto nada parecido, la estación sigue orbitando pero trozos de la estación en llamas comienzan a caer hacia la superficie del planeta. los restos sólidos y líquidos giran arrastrados por la fuerza centrífuga de la estación, al acercame, la torre de control me indica la situación y me indica una dársena de emergencia para aterrizar. El interior de la estación es un caos. Gases y líquidos flotan y el mínimo roce de dos trozos de metal podría hacer saltar la chispa que volase todo por los aires. Los daños en el reactor hace que el calor sea peligroso. Menos mal que la Comandante Maya Fey nos alertó sobre equipar eyectores caloríficos. ¡Gracias pequeña Magpie!.
Aterrizó con cuidado y entro en la dársena. un operario me hace señales para que baje. Obedezco y bajo sin ninguna protección entre las chispas y el humo.
- ¡Hola Comandante...!- me grita
- ¡Sak, llámame Sak!- grito también.
- Muy bien Sak. Hay que subir a la gente, mujeres, niños y hombres por estatus social.- Como me molestan estas distinciones, en el espacio vacío no hay estatus, todos morimos igual. - Hay una Fragata de evacuación de la Federación de Pilotos cerca del planeta ¿de acuerdo?-
- ¡Entendido, cargo y vuelvo si puedo!- hago el saludo militar y ordenó al sistema de control de la nave que comience a encender las cabinas. Cuando la nave está llena y estoy cerrando, aparecen por una esclusa una pareja con una niña pequeña.
- ¡Comandante! ¡Comandante!- gritan desde lejos. - ¿Se acuerda de mí? Le vendí el otro día un propulsor para una Vulture.- Me dice apresurado al llegar donde estoy.
- Claro, no hay sitio pero subid, ya pensare algo ¡deprisa!- Digo para que aligeren el paso.
- Que suban ellas, yo me quedo a echar una mano.-
- ¡No papa, no nos dejes!- dice la niña llorando. la madre le mira atónita.
- Lo siento cariño, aquí soy más necesario.- Le dice mientras le planta un beso.
- ¡No, por Favor, papa!-
Los cementerios están llenos de héroes y de idiotas. Le hago una llave Kunkey-wan y cae desplomado. Su mujer y su hija me miran asombradas.
- ¡Has matado a mi papa, has matado a mi papa!- Repite entre lágrimas.
- ¡Mira preciosa, a tu papa le estoy salvando de su propia estupidez!. Ahora tu madre y tu vais a formar parte de la tripulación de este viaje, así que poneros a repartir mantas y raciones de comida.- Su madre me mira aliviada.
Salir de la estación es un ejercicio de vuelo endemoniado, casi a ciegas, esquivando trozos a la deriva, explosiones que sacuden la nave y controlando la temperatura de la nave.
Cuando salgo de la estación, grito de alegría y miro al estúpido sentado a mi lado que sigue inconsciente.
Llegamos a la nave de rescate donde la Administradora Elina Solis apunta los datos de los pasajeros y ordena abastecer mi nave. Los setenta y nueve pasajeros que abandonan mi nave mientras me miran agradecidos, menos una niña pequeña que me da una patada en la espinilla y se aleja enfadada mientras abraza una suave toalla.